Viajar, ¡qué gran placer!
Ya desde pequeño mis padres me enseñaron que viajando abres la mente, conoces otros lugares, otras culturas otras formas de hacer las cosas. Gracias a ellos, en gran parte, viajar se convirtió en una de mis grandes pasiones.
Vale, los ordenadores, la guitarra, un buen libro, comer o dormir sin poner el despertador también son cosas maravillosas pero, para mí, el placer de hacer más grande mi trocito de mundo conocido no tiene comparación.



La buena compañía, el mejor de los equipajes
Siempre que viajo me encanta hacerlo rodeado de gente con la que los buenos momentos sean inmejorables y los malos acaben siendo divertidas anécdotas para el recuerdo.
Mi mujer, mis padres o un selecto grupo de amigos son mis fieles compañeros de batallas. ¡Y que duren!
¡Y lo que queda!
Han sido muchos años de viajes y puedo decir que me siento orgulloso de todo lo que he podido visitar. Ahora bien, fijaos en el mapa:
¿Veis todos esos cachos que no tienen bolitas rojas? Pues sí, todo eso es el mundo que me queda por descubrir y, como veis, es la mayor parte del planeta. Así que, como podéis imaginar, ¡la aventura continúa!
